En numerosas ocasiones la Biblia afirma que «Dios
es compasivo y misericordioso». El término “misericordioso” en hebreo se dice «Rahum», que es una derivación de «Rehem», cuyo significado es “seno, útero
materno”. Lo que quiere decir que Dios nos ama con
la ternura de una madre que nos ha engendrado y dado a luz
El Cantar de los Cantares celebra el amor emocionado, bello, permanente, de un varón y una mujer que
gozan y valoran la vida al encontrarse. Aventura de búsqueda y belleza, de gozo y libertad, de entrega y canto.
Su introducción en el canon bíblico sirvió para que judíos
y cristianos se sirvieran de él a lo largo de los siglos para
hablar de la relación de Dios con su pueblo y con cada
creyente. No tanto para hacer reflexiones filosóficas sobre
el ser de Dios, cuanto para cantar experiencias de encuentro con él.
“Levántate, amada mía, preciosa mía, ven. Que ya ha
pasado el invierno, han cesado las lluvias y se han ido.
Las flores brotan en el campo y se oye el arrullo de la
tórtola" (Cant 2, 10ss).
El profeta Oseas nos habla de Dios como de un
esposo que se compromete a desposarse con su pueblo
como la esposa amada y nos habla de la imagen de un
Dios Padre que ama sin pedir nada a cambio. Dios se im-
plica con la creación de manera gratuita
“Me desposaré contigo para siempre; me desposaré con-
tigo en justicia y en derecho, en misericordia y en ternura...” (Os 2, 21)
Ante la infidelidad de la esposa, Dios habla como
un esposo lleno de paciencia y de ternura, siempre dispuesto a acoger y a perdonar:
“Yo sanaré su infidelidad, la amaré gratuitamente” (Os
14, 5).
Dios no es un ser lejano, sino muy cercano a sus
criaturas. Los profetas usan la imagen de una madre
amorosa que no puede olvidar a su hijo:
“¿Acaso olvida una madre a su hijo y no se apiada del
fruto de sus entrañas? Pues aunque ella lo hiciera, yo
nunca te olvidaré.”
Él nos toma en sus brazos y nos hace caricias como
a un niño pequeño.
“Cuando Israel era un niño yo le amé... tomándolo en
mis brazos, lo atraía con ligaduras humanas, con lazos
de amor. Fui para ellos como quien alza una criatura
contra su mejilla y me bajaba hasta ella para darle de
comer” (Os 11,1-4)
En el profeta Isaías hay destellos de una inmensa
ternura y cercanía de Dios con su pueblo y con cada uno
de sus hijos. Nos presenta imágenes del padre y de la
madre respecto a sus hijos:
”Señor, tú eres nuestro padre, nosotros la arcilla y tú el
alfarero, somos la obra de tus manos” (Is 64, 7)
“¿Puede una madre olvidar al niño que amamanta, no
tener compasión del hijo de sus entrañas? Pues, aunque
ella se olvidara, yo no te olvidaré. Mira te llevo tatuada
en mis palmas.” (Is 49, 15-16).
“Como a un niño a quien su madre consuela, así os
consolaré yo.” (Is 66,13).
En el profeta Jeremías encontramos también esta
imagen de padre;
“¡Si es mi hijo querido, Efraím, mi niño, mi encanto!
Cada vez que le reprendo me acuerdo de ello, se me
conmueven las entrañas y cedo a la compasión” (Jer
31,20).
En los Salmos hay infinidad de referencias, de actitud de
confianza en un Dios cariñoso,
amante, misericordioso, lleno de
ternura para con sus hijos:
“Aunque mi padre y mi ma-
dre me abandonen, el Señor
me acogerá” (Sal 27,10).
“Dios mío, guárdame como a la niña de tus ojos, escón-
deme bajo la sombra de tus alas” (Sal 17,8).
“Nuestro Dios es bueno y cariñoso con todas sus criaturas” (Sal 145,9).
“Nos colmará de gracia y de ternura (...). Como un padre
siente ternura por sus hijos, así siente el Señor ternura por
sus fieles” (Sal 103,4.13).
Podemos confiar en su amor,
abandonarnos en sus
brazos y decirle con cariño:
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