lunes, 21 de abril de 2014

Amor, ternura del Padre


HIMNO PASCUAL

P. Rufino María Grández, ofmcap.




Amor, ternura del Padre

Los cristianos tenemos la audacia de confesar que el amor de Dios al hombre es la indigencia de Dios. Si no, ¡cómo explicar la encarnación, que, cierto, siendo misterio divino, es inexplicable! Como si Dios para ser feliz, en suma, para ser él mismo..., tuviera necesidad de derrochar su ternura en el hombre. La encarnación termina en la cruz, cuando Dios se rompe a sí mismo, vacía su amor en el hombre.
Esto es lo que trata de decir la primera estrofa de este himno pascual, guía de las demás: Amor ternura del Padre / indigente de los hombres / en el árbol de la cruz / Dios hecho nuestro se rompe.
La resurrección de Jesús es el frasco roto que ha llenado la casa de perfume (cf. Jn 12,3). Y esta santa resurrección nos ha ungido de divinidad.
En virtud de la muerte de Cristo los amados de Dios (1Ts 1,4), se han convertido en amadores.
Jesús, pues, nos invita a participar de su Pascua. Nos abre su pecho, como lo abrió a los apóstoles (Jn 20,20). Y nos dice: ¡Venid, benditos de mi Padre! (Mt 25,34). Y el que nos dijo: "Mi Padre es vuestro Padre" (Jn 20,18), nos dice: mis dones son vuestros dones; todo lo mío es tuyo (Lc 15,31).

Amor, ternura del Padre,
indigente de los hombres,
en el árbol de la cruz
Dios hecho nuestro se rompe.

Y aquel quebrado perfume
llenó la Iglesia y el orbe,
y ungió de divinidad
a los que eran pecadores.

Venid, familia de santos,
los amados, amadores:
Jesús es Pascua florida,
el fin de nuestros dolores.

Jesús Viviente se acerca
y en su pecho nos acoge:
¡venid, benditos del Padre,
mis dones son vuestros dones!

Vida de la vida humana
y de Dios el sumo goce,
santo Jesús Vencedor,
¡atrae a los corazones!

¡Jesús bienaventurado,
paz y estandarte en el monte,
brille tu Pascua por siempre,
y a tus brazos nos arroje! Amén.

sábado, 19 de abril de 2014

La ternura se derrama


La ternura nos hace entrar contacto con nuestra propia debilidad.  Un lugar protegido y cuidado. La puerta que da acceso a este interior, es baja y humilde porque es la zona más delicada y confidencial de nuestro ser. Lo duro y lo fuerte la rompería. Es demasiado delicada, sensible, frágil, vulnerable. El acceso es restringido hasta el punto, que a veces a nosotros mismos nos cuesta alcanzarla. Cuanto no más a los demás. Y es justo ahí, donde el ser humano se hace más Ser y se llena de humanidad. En lo profundo, en lo escondido, en lo Misterioso, tocamos nuestra propia esencia. No es fruto de una conquista, sino de un don. No es obra nuestra, sino un regalo. No hemos tenido que esforzarnos para conseguirla porque es gratis.
Contemplar este espacio es conmoverse ante una grandeza que potencia nuestra pequeñez.Es más, los ojos para ver la ternura son los de la humildad. Lo esencial es invisible para nosotros. Es demasiado sublime y a la vez demasiado normal. Y en esta paradoja se vela el sentido de nuestra vida.
 ¿Qué tenemos que no nos haya sido dado? Somos seres totalmente dependientes y necesitados. Mendigos de los infinito. Balbuceantes de palabras que solo el corazón entiende, y en esa comprensión está nuestra felicidad. La ternura es la Palabra que todo lo entiende y por todos es comprendida. Se derrama en lo cotidiano de nuestra vida. Solo es necesaria una mirada de inocencia, de sencillez, de transparencia para que te atrape, te conquiste, te enamore.
Y cuando se experimenta la ternura solo se puede ser enternecidamente criatura humana.  

sábado, 5 de abril de 2014

La Alegría y Ternura del Encuentro con Cristo

"La potencia y la santidad de Dios restablecen sentido y plenitud de vida y de felicidad, expresadas con términos pertenecientes a las raíces afectivas de todo ser humano, que despiertan emociones únicas de ternura y seguridad. Dios vibra con entrañas maternas y con emociones intensas que contagian".
Toda una invitación del Papa Francisco para ti y para mi en el hoy de este momento.