domingo, 3 de agosto de 2014

Vulnerabilidad y valentía

VULNERABILIDAD

ES IGUAL QUE
 
 VALENTIA

 

Quizás lo único que tienen en común son las consonantes con las que empiezan ambas palabras. Sin embargo, yo diría que son sinónimas en su sentido.

Cuando escuchamos decir de alguien que es vulnerable, pensamos en una persona débil, desprotegida, indefensa… alguien que puede ser herido.

En cambio cuando oímos que una persona es valiente, en seguida nos viene a la mente alguien atrevido, osado, arriesgado, decidido…una persona esforzada.

Antes de continuar, desgranado estas dos palabras y su relación intrínseca, nos vamos a trasladar al mundo del cine. Hace poco menos de dos años, proyectaban  la película Brave, que se traduce al castellano por Valiente. Es un film de dibujos animados. Sin ánimo de destrozar la película, solo me voy a quedar con una de las enseñanzas que trasmite en su guión.  Es más que una historia, en la que se puede entrever que, la verdadera valentía de una persona, es la que brota de la necesidad de transformarse, de madurar en todas sus dimensiones. Y en este punto, ya estamos en condiciones de seguir.

No es más valiente el más intrépido, sino el que más arriesga. Y el mayor riesgo que se puede correr es el de quedarse totalmente desprotegido. Puedo ser valiente, pero no me toques el dinero, ni el trabajo, ni mi comodidad… ¿Dónde está la dificultad?
 
La verdadera pérdida, es perder lo valioso. Valiente es también el que tiene valor, el que vale. Y sin entrar en términos cuantitativo, fácilmente entendemos, que tiene algo importante. Es de valientes ser capaces de renunciar a  nuestro valor para quedarnos expuestos y dispuestos. Este es el valiente vulnerable. Y ya van las dos palabras emparejadas.

Renuncia a su valor y se hace vulnerable. No es una decisión fácil, ni espontánea, ni irracional. Es una opción que nace de la experiencia de haber descubierto que el verdadero valor, es no valer.

Así escrito puede parece un poco  disparatado, pero si analizamos las razones que hay detrás de esto, fácilmente podemos entender que radican en haber descubierto donde está el autentico valor y único.

Mi valor, no es lo que yo diga de mí, o incluso, lo que dicen otros. Soy valiosa porque he sido creada con un valor intrínseco y desconocido, que solo puede ser descubierto cuando dejo que salga mi auténtica valía. Y ésta, solo es posible, en la medida en que no tengo medida para dejar que la mentira me lo impida. Nada de espejismos, ni engaños. Nada de apariencias, ni sobrevaloraciones. Nada de egoísmo.

Para neutralizar su efecto, es indispensable dejar mi yo, lo mío, el conmigo, el para mí… y salir. Y las armaduras son costosas, e ir desprendiéndose de ellas, requiere un ejercicio de valor, que solo será autentico si me muestro como soy, y no como yo misma u otros piensan que soy.

Esto necesita de mucha espeleología interior. De mucho buceo en lo profundo de mi ser. Y adentrarse en esas cavidades, es descubrir mis partes blandas, tiernas. Esas que   ya no están recubiertas de creencias, pensamientos o voluntades. Es llegar a encontrar la médula de todo valor: el corazón.

No es un proceso inmediato, ni está exento de dificultades. Tiene grandes retos que vencer, miedos que superar, comodidades que tumbar.

Aceptar exponer lo que me hace valiosa, es igual que decidirme a exponer mi vulnerabilidad, y esto es de valientes. De verdaderos valientes en vulnerabilidad. 

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