martes, 29 de julio de 2014

La dura ternura


La dura ternura

No es una contradicción escribir esto, ni una equivocación. No es fácil ser tierno. No es espontáneo, dejar que aflore nuestro lado más vulnerable; fundamentalmente porque esta experiencia es dura. Es dura la ternura.

La apertura que conlleva dejarse afectar por lo que nos rodea, es una misión laboriosa y ardua. Nuestra tendencia es a ponernos una coraza y protegernos. Dejarnos tocar, es arriesgado, pero también aPASIONante.

No quiero teclear bellas palabras, cargadas de razones efímeras. Quisiera esta noche escribir solo lo que brota del corazón. Eso que mana imparable, hasta el punto que los dedos no tienen velocidad suficiente para llevar ese ritmo. Los latidos son intensos, porque las vivencias cautivan y provocan una confrontación constante de emociones, que pelean sin sentido, porque todo es un volcán que no deja de erupcionar .


Vivo experiencias que me seducen y me desbordan por la sencillez, la sinceridad, la autenticidad de sus protagonistas. Encontrar personas que te muestran que sus vidas son otras porque se han encontrado con Alguien, no se asimila fácilmente. Por eso, y como siempre he hecho cuando los sentimientos me pueden, quisiera dejar escapar algo, pero siempre con la conciencia y el temor de no desvirtuar la belleza de una conversión.



Llevo unos meses trabajando en la Pastoral Penitenciaria. Un ámbito marginal y de personas “diferentes”.  Son leprosos sociales ante los que nos ponemos en guardia, y tomamos distancia. No voy a analizar causas ni razones, porque las hay. Solo quiero compartir mi “contagio”. Me he dejado “tocar” por unas vidas que han venido a llenar la mía. Tampoco voy a impedir que pienses al leer esto, que estoy un poco loca, pero qué más da. Bendita locura que me muestra que lo inútil, lo excluido, lo apresado, lo aislado, es solo un espejismo. La fe es esto. Empezar a mirar con ojos de Dios, y descubrir en esa realidad, el Misterio escondido.

Toda persona es sagrada, aún habiendo cometido delitos, estar enganchado a la droga, robado, violado, asesinado, traficado… A pesar de todo, nunca nadie puede perder su dignidad, la de ser hijo/a de Dios.

Y aquí está el quid de la cuestión: no siempre somos lo que hacemos. Somos mucho más de lo que creemos ser, porque hay una parte en nosotros que solo podrá hacer Dios, si le dejamos.

Y esto es lo que me tiene conmocionada. Me relaciono con una persona que ha estado tremendamente enganchada a la droga, cometiendo delitos por ello, y que ha sido capaz de renunciar a su dosis de metadona para venir a catequesis. Otra, que su paso por la cárcel le ha ayudado a encontrarse con el Señor y es otra persona. Otra que llevaba una vida muy desordenada y abocada al desastre y que su estancia en prisión le ha ayudado a salvar su matrimonio. Otra que te emociona cuando habla con profunda inocencia de sus hijos. Otra que ha conocido el amor en prisión y se ha casado con él. Otra que ha podido retomar su vocación periodística… y mucho más.

Y cada vez me siento más fascinada de cómo el Señor vive entre rejas. Porque detrás de todas esas personas hay historias, vidas que conmueven. Y yo lo único que hago es estar ahí. Contemplar a los pies del Maestro como se van modelando las vidas con la cercanía, la escucha, la palabra oportuna, la sonrisa, la confianza, la ilusión, la esperanza… como con lo más sencillo se obra el milagro. La pedagogía de Dios es la ternura, la paciencia, la constancia, el dolor y el perdón. Y todo se mezcla  en un lienzo, que podría ser gris, triste, repelente; pero que es la mejor obra de arte que haya podido contemplar hasta ahora. Dios sigue “recreándose” en sus criaturas. Y vuelve a modelarlas. Y me siento privilegiada ante un Artista, que solo sabe crear algo bueno.

Y las palabras se van agotando, se van diluyendo conforme me adentro en las honduras del misterio de un Dios que en lo duro ha esculpido la belleza de una criatura con el cincel de la paciencia y el martillo de la ternura. Gracias Abba.

 



                                                       

1 comentario:

  1. Regalar ternura enyre rejas debe ser un privilegio de la gracias de Dios y una bendición.

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