miércoles, 26 de febrero de 2014

La oveja sin lana


La oveja sin lana
Jessica Roch Castillo


Había una vez una hermosa y pequeña granja rodeada de verdes prados y grandes huertas llenas de jugosos vegetales. Cada mañana, el Señor Gallo despertaba a todos los animales mientras la Señora Vaca preparaba la leche para el desayuno. Todo el mundo se levantaba contento y feliz esperando el nuevo día, menos Sally.

Sally era una pequeña oveja que había llegado hacía poco a la granja. Era muy tímida y se sentía muy triste porque no era como las demás: tenía dos ojos, una boca y cuatro patas, pero no tenía lana. Así que cada día, en el colegio, se sentaba sola en un rincón y nunca jugaba con los demás animales. Pensaba que si se acercaba se reirían de ella por no tener lana y eso la haría sentirse peor.

Un día, Sally llegó a clase y se encontró a todas las ovejas en círculo cuchicheando y riéndose. Nadie la llamó ni la miró y Sally se enfadó muchísimo porque nadie contaba con ella. Así que tomó una decisión radical: iría al bosque y buscaría una buena piel de lobo. Nunca más se reirían de ella ni la apartarían porque estaba segura de que así todo el mundo la respetaría.

Aquella noche, la pequeña oveja se fue al bosque. Cuando estaba a punto de adentrarse, el Señor Búho le preguntó:

- Uhú-uhú ¿dónde vas ovejilla, en esta noche tan oscura?

- A buscar una piel de lobo ¡para que todos me respeten!- contestó Sally enfadada.

- ¿Una piel de lobo? – replicó el Señor Búho –Así nadie te respetará, Sally, porque todos te temerán. Los amigos se hacen con cariño, no con miedo. Nunca tendrás amigos si asustas y tratas mal a los demás. Ve y habla con ellos, seguro que todos te quieren mucho y te aceptan tal y como eres.

Sally miró al suelo avergonzada; el Señor Búho tenía razón pues la violencia nunca es una opción.

De esa manera, pensando en lo que el Señor Búho le había dicho, volvió a la granja. Cuando estaba cerca, a lo lejos escuchó su nombre: 

- Sally, Sally, ¿dónde estás?- Todos los animales la buscaban preocupados. 

- Estoy aquí. ¿Por qué me buscáis?– contestó la ovejita. La Señora Vaca la abrazó y todas las ovejas dijeron a coro: 

- ¡Sally, pensábamos que te habías perdido! Te queremos mucho y no queremos que te vayas, ¡estábamos muy tristes y preocupadas por ti!

A los pocos días, Sally descubrió que las ovejas estaban preparándole una fiesta sorpresa por su cumpleaños y que por eso cuchicheaban en el colegio. La pequeña oveja se puso muy contenta y cariñosamente dio las gracias a todos sus nuevos amigos cuando vio su regalo de cumpleaños:
 ¡el mejor abrigo de lana del mundo!

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