sábado, 19 de abril de 2014

La ternura se derrama


La ternura nos hace entrar contacto con nuestra propia debilidad.  Un lugar protegido y cuidado. La puerta que da acceso a este interior, es baja y humilde porque es la zona más delicada y confidencial de nuestro ser. Lo duro y lo fuerte la rompería. Es demasiado delicada, sensible, frágil, vulnerable. El acceso es restringido hasta el punto, que a veces a nosotros mismos nos cuesta alcanzarla. Cuanto no más a los demás. Y es justo ahí, donde el ser humano se hace más Ser y se llena de humanidad. En lo profundo, en lo escondido, en lo Misterioso, tocamos nuestra propia esencia. No es fruto de una conquista, sino de un don. No es obra nuestra, sino un regalo. No hemos tenido que esforzarnos para conseguirla porque es gratis.
Contemplar este espacio es conmoverse ante una grandeza que potencia nuestra pequeñez.Es más, los ojos para ver la ternura son los de la humildad. Lo esencial es invisible para nosotros. Es demasiado sublime y a la vez demasiado normal. Y en esta paradoja se vela el sentido de nuestra vida.
 ¿Qué tenemos que no nos haya sido dado? Somos seres totalmente dependientes y necesitados. Mendigos de los infinito. Balbuceantes de palabras que solo el corazón entiende, y en esa comprensión está nuestra felicidad. La ternura es la Palabra que todo lo entiende y por todos es comprendida. Se derrama en lo cotidiano de nuestra vida. Solo es necesaria una mirada de inocencia, de sencillez, de transparencia para que te atrape, te conquiste, te enamore.
Y cuando se experimenta la ternura solo se puede ser enternecidamente criatura humana.  

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